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Con el nombre de Identidad, Tradición y SoberanÃa (ITS)
El 15 de enero nació formalmente en Estrasburgo la formación de la “extrema derecha europea†.
Martes 23 de enero de 2007, por ER. Bruselas
Los veinte diputados –número mínimo requerido para constituir el grupo- se reparten así entre los partidos de siete países de la UE: El Partido de la Libertad de Austria (1); el Vlaams Belang (Interés Flamenco) de Bélgica (3); la Unión Nacional de Ataque de Bulgaria (1); el Frente Nacional de Francia (7); Alternativa Social (1) y Llama Tricolor (1) de Italia; el Partido de la Gran Rumanía (5); y del Reino Unido, un diputado que perteneció al Partido por la Independencia.
Declaradamente euroescépticos, todos ellos han sido mal recibidos por el resto de representantes parlamentarios, 765 “demócratas”, que no han dudado en preparar sus estrategias para impedir al nuevo grupo ganar influencia y puestos en las comisiones importantes. Los socialistas han abogado por tender un “cordón sanitario” que provoque su aislamiento, llegando su líder, Martín Schulz, a enviar una carta al resto de presidentes para que secunden la propuesta. Mientras, los “populares” y liberales, más pudorosos con las “reglas de juego”, prefieren un pacto no escrito. En cualquier caso, los beneficios en esta nueva situación de grupo monocolor para los que ya eran eurodiputados, a excepción de los rumanos y búlgaros, pero en el grupo de los “no inscritos”, les permitirán gozar de los mismos derechos políticos y económicos que el resto de las formaciones, entre ellos, el tiempo de palabra, el derecho a disponer de funcionarios y la posibilidad de enmendar textos. Fuentes parlamentarias calculan que a partir de ahora percibirán un 30% más de lo que recibían antes, que supone una inyección anual de cerca de un millón de euros.
Las connivencias del partido con la “derecha negra” nazi y fascista son evidentes: el presidente de la nueva formación es Bruno Gollnisch, el número dos del FN francés de Jean Marie Le Pen, procesado en su país por negar el Holocausto; Allessadra Mussolini, nieta del dictador italiano, del partido Llama Tricolor, renunció a su antiguo partido porque este se disculpó en Israel por las leyes racistas del fascismo; Dimitar Stoyanov, el más joven con 23 años, de la formación búlgara, no esconde su desprecio por la etnia gitana o su antisemitismo.
Ahora bien, ¿son motivos éticos los que indignan al resto de europarlamentarios?¿realmente les preocupan, por muy extemporáneas que sean sus propuestas, o es que temen que su coartada europeísta pueda verse ensombrecida por la legitimidad que dan 23 millones de votos? No parece muy democrático el plan de “cordón sanitario” para boicotear a la formación, según Antonio López Istúriz, secretario general del Partido Popular Europeo, “que recoge el voto de gente desinformada y desencantada con el proyecto europeo”.
Pero no hay de qué sorprenderse. La apariencia de “Constitución” se corresponde con una apariencia de “Parlamento”, en la que hay aparentes “partidos políticos”, incluso de Derecha (negra o amarilla, fascista o democristiana) y de Izquierda (roja o blanca, comunista o socialdemócrata). Y lo que parecía una “democracia” resulta ser el procedimiento por el que un grupo de notables representantes de distintas naciones de una unión aduanera hacen propuestas técnicas que nada tienen que ver con planes y programas objetivamente divergentes, de derechas o de izquierdas, para una sociedad política.
Precisamente la hipocresía de la legislación de la Eurocámara según su artículo número 92, que se refiere a “la visión política común que han de tener sus miembros” ha servido al presidente del grupo socialista, Martín Schulz, para denunciar a ITS basándose en palabras de la nieta del “Duce”, Alexandra, que había dicho que el grupo era más técnico que político, ya que los programas de cada partido no se corresponden”. Ahora bien, aquí falla lo principal, no sólo para ITS, sino también para el resto de partidos, a saber, la sociedad política sobre la que hubieran de tener una “visión común”, que no es Europa, ni puede serlo, porque no existe. Y si para hablar de izquierda o derecha se necesita de un cuerpo político, los eurodiputados se cuelgan medallas que no les corresponden diciéndonos que hay que luchar contra la “intolerancia, la xenofobia y el racismo” de ITS, haciendo de paso propaganda de su gris misión, mucho menos heroica que acabar con los últimos nazis del continente.
Con ello, por cierto, lo que consiguen es eludir la verdadera conexión de la UE con el proyecto nacionalsocialista, al margen de estructuras asamblearias de partido único o pluripartidistas, y que tiene su base en el expansionismo alemán: como señala el acertado análisis de “De Verdad” de la izquierda roja de la Unificación Comunista de España, “la “Europa de los pueblos”, y junto a ella los movimientos de fragmentación o desarticulación de los Estados, reparece con fuerza y encuentra la cobertura de Bruselas y del Estado alemán. La Carta de París de la UE o el mismo Tratado de Maastricht establecen como doctrina oficial comunitaria la convergencia de la unidad europea hacia la “Europa de los pueblos”. Diversos departamentos de varios ministerios alemanes están desde hace años específicamente dedicados a financiar, orientar y coordinar organismos e instituciones relacionadas con los “pueblos sin Estado” y la “personalidad de las regiones europeas”.
Precisamente, esos “pueblos” son los que viene a reivindicar ITS; por un lado, los pequeños partidos de las naciones étnicas, por encima de las políticas, con una clara labor auxiliar a la trituración de naciones históricas que pueden impedir la hegemonía del eje franco-alemán, y por otro, los partidos nacionalistas de las otras naciones políticas que se disputan con Alemania la dirección de Europa, Francia, Italia y Reino Unido.