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2 de marzo. Elecciones presidenciales en Rusia.
Domingo 2 de marzo de 2008, por ER. San Petersburgo
Todo el mundo da por echo que Dimitri Medvedev, designado directamente en el mes de diciembre por Putin para sucederle, conseguirá una aplastante victoria en las elecciones de este domingo. Según algunos sondeos, podría obtener hasta un 75% de los votos, seguido muy a distancia del candidato comunista con un 15% de los sufragios y del ultranacionalista Zhirinovsky que lograría alrededor del 10%. Bogdanov no llegaría ni al 1% del escrutinio. En caso de darse estos resultados, no habría segunda vuelta, y Medvedev se convertiría automáticamente en presidente electo.
La campaña ha seguido la tónica de las parlamentarias de diciembre. El candidato oficialista se ha negado a debatir con sus oponentes por problemas de agenda. Eso si, ha gozado de una cobertura informativa total por parte de los medios. Los noticiarios han puesto mucho interés en retransmitir con profusión todas sus intervenciones como viceprimer ministro. Sin ir más lejos, el viernes acudió a la final de un popular concurso de humor, el KBN. Y por supuesto las cámaras no podían dejar de mostrarnos cada pocos minutos que Medvedev también sabe reírse. En cambio, los otros candidatos aparecen unos exiguos minutos en los telediarios, y aderezados las más de la veces con los comentarios de algún mordaz politólogo: el líder comunista es tachado regularmente de populista, mientras a Zhirinovsky lo ponen de maniaco. En lo último no tenemos más remedio que estar de acuerdo. El experimentado político llamó tonto y agredió a un representante del Partido Democrático, Nikolai Goza, en un debate televisado. En anteriores elecciones ha abogado entre otras, por la invasión de Alaska, Irán, Oriente Medio y por lanzar residuos nucleares sobre Alemania.
Sin embargo, la percepción ciudadana del dominio indiscutible de Rusia Unida puede tener efectos indeseables para el poder. Muchos rusos se muestran apáticos ante la contienda electoral y se prevé el aumento de la abstención. Para evitarlo, el gobierno se ha empleado a fondo con numerosos anuncios en televisión, en la calle o incluso en los teléfonos móviles. Todos los abonados recibieron el 28 de febrero el siguiente mensaje de texto: «El 2 de marzo acuda a las elecciones presidenciales. ¡Su voto es importante para el país!» El último recurso para animar a los indiferentes son los incentivos financieros. En ciertas regiones el gobierno ha prometido poner dinero encima de la mesa si se llega a una cota predeterminada de participación.
Respecto a los planes y proyectos del ganador, Medvedev opta con claridad por la continuidad. Rusia necesita estabilidad para proseguir por la senda del crecimiento económico y social, ha afirmado en más de una ocasión. Como tareas concretas se plantea la modernización de la red de carreteras, de las telecomunicaciones y de los gaseoductos. También aspira a convertir el rublo en una divisa de reserva regional para el pago de los suministros energéticos. Su otra gran bandera es la lucha contra el burocratismo y la corrupción.