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Para escándalo de los liberales y socialdemócratas europeos
Pero Lukashenko no quiere volver a la influencia rusa
Martes 28 de diciembre de 2010, por ER. Moscú
En Bielorrusia proclamaron la independencia el 25 de agosto de 1991 y se separaron oficialmente de la URSS, que desaparecería hace justo ahora 19 años. Sin embargo, la antigua República Socialista Soviética de Bielorrusia, al contrario de otras como Ucrania, no ha polarizado sus intereses hacia la Unión Europea, sino que se ha mantenido como si la caída de la Unión Soviética no hubiera tenido lugar.
De hecho, Lukashenko ha mantenido en vigor tanto la economía planificada del socialismo real como la simbología soviética que mantenía la República. Incluso sigue existiendo en el país la KGB, con sus mismas siglas pero reducida al ámbito de la república bielorrusa.
Aunque Boris Yeltsin certificó en 1993 la defunción del KGB, que había tenido mucho que ver en la destitución de Mijail Gorbachov en agosto de 1991 (el jefe del KGB soviético, Vladimir Kriuchkov, fue uno de los ocho miembros del Comité Estatal de Emergencia que proclamó el golpe de estado), sigue existiendo un Comité de Seguridad Nacional bielorruso, cuyas siglas son igualmente KGB. No hay que olvidar que su fundador, Félix Dzerzhinski, nació en 1877 en las afueras de Minsk, la capital de la república. Los bielorrusos, al igual que otros miembros de las repúblicas ex soviéticas, no están interesados en renegar de su pasado reciente.
Dzerzhinski, fundador de la Cheka (Comisión Extraordinaria), que sería precursora del KGB fundado en 1954, es un héroe nacional para los bielorrusos y, en especial, para el Presidente Lukashenko, quien siempre ha confesado su admiración por el glorioso pasado soviético y en especial por José Stalin. Admiración que es compartida por la mayoría de la población rusa, quien en una encuesta realizada recientemente consideró a Stalin el personaje histórico más importante de Rusia. Para escándalo de los liberales europeos.
Nada fuera del Estado bielorruso
Los liberales y socialdemócratas europeos, esta vez al alimón, consideran que el actual KGB, cuyos objetivos declarados son garantizar la seguridad de los ciudadanos, la sociedad y el Estado, es un instrumento armado de Alexander Lukashenko para reprimir a la peligrosa disidencia política.
Sin embargo, los opositores, como Yaroslav Romanchuk, que logró menos del 2 por ciento de los votos en las recientes elecciones presidenciales, consideran que el KGB comparte con otros organismos la defensa de la seguridad nacional y que en consecuencia no tiene tanto poder como antaño.
El KGB bielorruso, subordinado directamente al Presidente Lukashenko, sí desempeña funciones de espionaje exterior y contraespionaje en Bielorrusia, luchando contra las organizaciones terroristas, extremistas y cualquier grupo o individuo que amenace la seguridad nacional. Según los liberales y socialdemócratas europeos, en ese grupo se encontrarían también los periodistas independientes. Pero la amenaza de la Unión Europea y las relaciones ambiguas con Rusia obligan a mantener un estricto control.
De hecho, el KGB hubo de intervenir contra las protestas que pretendían alterar la voluntad popular tras las elecciones presidenciales, lo que obligó a detener a varios candidatos, periodistas y opositores responsables del intento de falsear la voluntad popular. Una veintena de los detenidos se enfrenta a varios años de cárcel por instigar los disturbios masivos.